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LOS COMENTARIOS ANIMAN A LA SEÑORITA ESCRITURA








lunes, 6 de diciembre de 2010

A vete saber donde


Está nevando. Nunca antes ha nevado por aquí, y quizá no llegue a cuajar, aunque si eso pasara, la gente y sus cámaras no darían abasto. El muchacho sale de casa tapado hasta las orejas, aunque no lleva guantes; le gusta poder cambiar de canción en el mp3 sin tardar una eternidad cada vez y parecer medio imbécil. Está nervioso y camina moviendo la cabeza para que sus pensamientos no consigan avanzar, y convencerle de que en unos minutos puede pasar de romántico en vías de extinción a loco acosador.
Llega a una esquina y son las ocho menos dos de la tarde; ella debe estar a punto de coger el autobús para ir a vete saber donde, como todos los miércoles del año. Mete la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y sujeta un sobre arrugado con fuerza. Mientras la espera recuerda lo que anoche escribió para ella:

Ahora sé que fueron tus labios rojos. También el vestido de flores que llevabas la primera vez que te vi: cuando corrías a coger un autobús y al apartarme para esquivarte hiciste que casi me comiera una farola. Tu gritaste perdón y yo algo que prefiero no escribir, porque no colaría si te dijera que grité guapa.

Caí en la cuenta de que eras tú cuando te encontré bebiendo una noche en un garito cerca de la playa. Alguien gritó el nombre de Lucía, y tus ojos azul turquesa se giraron para encontrar una cara que no te resultó agradable. Creo que al estar ayudado por cuatro copas de ginebra podría haber hablado contigo; pero cuando te encontré en la salida llorando no pude acercarme, no miento bien, y no habría sabido consolarte, no hago muy bien ese papel…

Desde aquel día te he visto pasar. A ti y a tus maneras, a tus manos y a tu risas, a tus vestidos y a tus prisas. Y nunca me he atrevido a decirte nada. Pero una noche de chupitos y cigarros prometí que sin un día ocurría algo extraordinario sería la señal para por lo menos intentarlo.

Joder, (siento la expresión) pero desde anoche está nevando. Y creo que no podría haber mejor señal que esa. Puede que crea que los milagros vienen siempre juntos. Puede que el miércoles que viene, si te parece bien, yo también suba a ese autobús contigo, ya sabes, para ir a vete saber donde.

Alejandro.



Suena un pitido en el reloj del muchacho. Suspira y al girar la cabeza la ve llegar, juntos a sus ojos azul turquesa. El miedo le arrebata las ideas, se le contraen las manos y decide marcharse. Pero joder; está nevando.


RODRIGO.

1 comentario:

  1. Me ha gustado especialmente.. hace poco lei un libro que me ha recordado un poco esto:Roja como la sangre blanca como la nieve.
    Te acabaste la nieta del señor Linh??
    au

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