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LOS COMENTARIOS ANIMAN A LA SEÑORITA ESCRITURA








martes, 21 de junio de 2011

El posets


  
Jamás pensé que mi imaginación fuera capaz de subestimar de una manera tan escandalosa a una obra de la naturaleza inmensa, hermosa, silenciosa y blanca. No creer en mirar hacia abajo y recordar que a veces vale la pena subir hasta las nubes, para bajar unas cuantas horas más tarde a la tierra donde habitan todos los mortales.


Escuchar el silencio y hacer marcos y fotos con las manos.
Como echar a volar sin alas y buena compañía.

RODRIGO.
                                                      

lunes, 6 de junio de 2011

Como una pequeña botella varada en la orilla


No le importaban las miradas, los comentarios o los insultos. Desde hacía tiempo todo eso había perdido todo el sentido. Odiar por odiar o vivir acostumbrado a encogerse de hombros no tenía ningún significado.

Desde el principio todo el mundo había fingido indiferencia; fingido seguro, sufrido quizá, depende de cada uno de los pacientes y su droga. Aunque todos nos equivocamos más veces de las que acertamos, reflexión, desencanto y nuevas botas para seguir caminando; por caminos de tierra, cemento o aquellos pocos transitados, el truco es seguir caminando. Cada cual a su manera ofreciendo la mano a las personas buenas o malas que uno pueda, quiera o descubra.

Siempre había sabido que todos aquellos que esperaban con la piedra en la mano ante cualquier fallo eran jueces crueles y sin autoridad. A él nadie podía decirle, y menos explicarle, que si le gustaba el blanco no podía ponerse una camiseta negra de vez en cuando. ¿Qué tiene que ver la libertad a la hora de pensar con las maneras, o la ropa, o la compañía?

De vez en cuando se sentaba a solas en su escondite rodeado de agua; soledad y buenos compañeros musicales; antes, solo sabía escapar de aquella forma mientras garabateaba versos sin sentido en su libreta azul.
Ahora, subido a aquella pared de la plaza y mientras asumía esas circunstancias, todo lo demás no importaba. Había gargantas que le apoyaban, manos al aire y ganas de algo distinto, una elección, quizá una pequeña victoria para las almas.

También pensaba en ellos, aunque por una vez de una manera noble y digna, quizá nadie le creería jamás, puede que ni él mismo, pero (siempre hay uno) por por un instante y estando muy concentrado había logrado ver corazones resplandeciendo alrededor de todo el planeta; viviendo y pensando, cayendo y avanzando. Quizá otro mundo si que era posible.

Pero al final, como muchas historias, parece ser que todo se rompió, como una pequeña ola, como una botella que se queda varada en la orilla; retrocediendo y chocando contra la orilla una y otra vez.

Rodrigo.