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martes, 15 de abril de 2014

Todo regreso es inevitable

Todo regreso es inevitable. El viaje de Jude había sido difícil, durante el trayecto había sobrevivido de milagro a varias a tormentas y la soledad y la monotonía de los días iguales le habían congelado un poco el corazón. Se podía decir que Jude había sufrido durante el viaje. A cada milla que avanzaba, la sensación de estar alejándose de todo lo que conocía y quería se hacía más fuerte. 

También conoció a muchas personas que tumbaron a base de palabras coherentes una parte importante de sus convicciones. En el barco había músicos que se comunicaban con las almas a través de notas, había obreros, médicos, bailarinas, cantantes, abogados, supervivientes, gente que escapaba y gente que regresaba. Y cada uno era de una forma; por mucho que Jude viera las cosas de una manera, siempre descubría a su alrededor puntos de vista distintos. El barco de Jude era un pequeño universo al que él se aferraba antes de desembarcar en un lugar nuevo y desconocido. Jude aún no lo sabía, pero aquel viaje se iba a quedar tatuado para siempre en un lugar privilegiado de su corazón.

Al final el día señalado llegó. El barco atracó en el puerto y Jude se derrumbó. Le asaltaban las dudas, ni entendía porque estaba triste ni entendía porque el alma le había pedido a gritos ese viaje. Llegó a suponer que hacer cosas que escapaban a la razón al fin y al cabo era una estupidez y que coger la mano a lo conocido, a lo fácil y a lo cómodo era definitivamente lo correcto. Aunque en el fondo algo le decía que no tenía porque ser así, y Jude no estaba dispuesto a rendirse, aún no.

Poco a poco empezó a llenar su espíritu de alegría. Había días malos, por supuesto, y también días peores. Pero de vez en cuando lograba avanzar a carcajadas, y esos días días poco a poco iban aumentando. Y entonces Jude se dio cuenta de que ese viaje había sido una transformación y que por primera vez en su vida estaba dispuesto a conseguir todo aquello para lo que había viajado, para lo que había sufrido, para lo que había nacido. Jude estaba más fuerte que nunca. Y ya lo tenía muy claro, tanto que lo gritaba cuando nadie le escuchaba… Jude se había caído muchas veces y por una vez se había levantado con la mirada orgullosa, desafiante, poderosa. Estaba cansado de callar.

Mientras tanto, Sue tomaba el sol y miraba con inquietud hacia el mar. Se miraba las uñas pintadas y se preguntaba todo aquello que normalmente intentaba silenciar. Prendía un cigarrillo, aspiraba con fuerza y lanzaba el humo con fuerza contra el cielo azul, su color azul.

Rodrigo