Han pasado siete días sin noticias de Carmen y el muchacho sigue soñando con volar. Mientras garabatea frases sin sentido en su libreta de anotaciones; unos golpes de tacones altos, larga melena negra, y labios pintados, suenan en el piso de abajo. Un recuerdo y una conversación asaltan la mente del muchacho, de aquel día que quiso limpiar el cielo con un mocho viejo y asqueroso. Por eso decide coger cinco eurazos e irse de casa. Que se queden con los malos momentos las malas personas.
Sale de casa y cuando cierra la puerta se da cuenta de que se ha dejado las llaves dentro. Tampoco es el fin del mundo, piensa. E intentando silbar, porque no sabe silbar muy bien, baja en el ascensor, sale del portal y gira en la primera esquina hacía la izquierda.
- Dame todo lo que lleves encima chaval.
Nada mas girar se ha topado de frente con un tipo vestido de payaso. Tiene pinta de payaso pijo, es decir: Lleva peluca roja, la cara pintada de blanco, una camisa rosa, unos pantalones anchos y verdes, unas sandalias de esas con cosas brillantes que acaban en punta, y por supuesto, una navaja grande y muy afilada último modelo.
- Vas de coña, ¿no? -dice el muchacho-
- ¿Por que voy a ir de coña?, anda callate y dame todo lo que tienes, rápido - insiste el payaso pijo -- Colega...- contesta el muchacho con cara de ser el ser humano más inteligente del planeta- pues porque vas vestido de payaso.Para robar tienes que ir de ladrón o dar miedo, ¿entiendes?... no te pienso dar nada. No te lo has currado ni un poco, así que no te lo mereces.
Pero el payaso pijo y su navaja no están de acuerdo. En un minuto trágico el payaso coloca la punta de la navaja en el cuello del muchacho. En ese momento el muchacho recuerda todas las horas que ha perdido viendo pelis de kárate y kung-fu por la tele. Se da cuenta de que su madre tenía razón cuando le contradecía diciéndole que por mucho que las viera no sabría pelear cuando llegara el momento. Así que rendido se mete la mano en el bolsillo y le da sus cinco eurazos al payaso.
- ¿Ya está? -pregunta el payaso pijo-
- ¿Como que ya está? -responde indignado el muchacho- Es mucho dinero. Si sabes invertirlo bien puedes hacerte rico.
- Tienes que tener algo más. Te voy a registrar.
- Bueno... pero sin abusar, y cuando termines, ¿Me darás un globo por lo menos? -pregunta el muchacho-
Pero no. Nunca os fieis de un payaso chalado. Porque después de ser registrado, robado y ultrajado. El muchacho se ha quedado solo, sin dinero, sin llaves, y lo más duro de todo. Se ha quedado sin globo.
RODRIGO.
Yo conozco a ese payaso!
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