Llega al bar de moda con cinco minutos de antelación. Con el rabillo del ojo la ve entrar, radiante, luminosa. ÉL muchacho sonríe y se sienta el taburete más alejado, enciende un cigarro y llama la atención del camarero. Él es el más torturado de los poetas y Noelia que ya le ha visto se acerca.
- No me gusta la gente triste – dice ella- así que deja a un lado el rollito de tipo solitario en la barra del bar, mientras todos los demás cantan y saltan con los típicos niñatos que dan un concierto.
- Yo no soy triste, ni voy de nada -responde claramente ofendido el muchacho- Solo que disfruto más con ciertas cosas que con otras. Ya sabes que el modelo multitud no me mola nada.
- Pues no vengas a estos sitios, ni hagas este tipo de cosas y punto , ¿no?. Digo yo... Mirame a mi, ¿me estás mirando?.
- No puedo parar de hacerlo -contesta con media sonrisa él-
- ¿Te parezco bonita?
- Pues hasta ahora si. Ahora no estoy tan seguro. Creo que eres un poco malvada.
- ¿Ves? Te parezco bonita... y no tengo que fingir nada para parecerlo, ¿entiendes?
- Creo que si... -dice él-
- Pues ¿a que esperas?, invitame a un par de chupitos, ¿o es que el señor torturado solo bebe whisky mezclado con lágrimas?.